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Vivimos en una época que los expertos han denominado “el siglo de la soledad”, y las cifras no mienten. Entre el 35% y 50% de los escolares y estudiantes universitarios presentan síntomas de ansiedad y depresión. Pero esto es solo la punta del iceberg.
Los datos de Sapien Labs revelan una realidad aún más preocupante: el 44% de los jóvenes latinoamericanos entre 18 y 24 años experimenta frecuentemente sentimientos de tristeza, angustia o desesperanza. No estamos hablando de episodios aislados, sino de una generación que está sufriendo en silencio.
La lista de problemas es extensa y creciente:
Además, el 84% de los jóvenes entre 16 y 25 años sufre de ecoansiedad – ansiedad relacionada con el cambio climático y el futuro del planeta.
Aunque las redes sociales han intensificado esta crisis desde 2012, no son la causa principal. Actúan como catalizadores de problemas que ya existían. La verdadera raíz se encuentra en la estructura misma de nuestra sociedad.
Las nuevas generaciones crecen en contextos caracterizados por:
Hemos malinterpretado el concepto de crianza. Muchos padres han asumido que satisfacer todos los deseos de los niños previene traumas. El resultado: “Se prepara el camino para el niño, pero no al niño para el camino”. Esta filosofía ha creado una generación de jóvenes “inflados de autoestima” pero extremadamente vulnerables a las dificultades normales de la vida.
De igual manera, hemos medicalizado el sufrimiento normal de la condición humana. El idioma clínico se ha apoderado de malestares que antes se abordaban desde perspectivas sociales, políticas, morales y existenciales.
Paradójicamente, el diagnóstico psiquiátrico ha pasado de ser un estigma a convertirse en una especie de “privilegio” o identidad. Esto puede generar una dependencia del rol de “enfermo mental” que dificulta la recuperación.
La Normalización del Malestar
La mejor ayuda consiste en.
Guía Práctica: Consejos para Padres y Profesores
👨👩👧👦 Para Padres: construyendo resiliencia
👩🏫 Para Profesores: creando entornos de crecimiento
Recordemos que una sociedad con jóvenes deprimidos es, efectivamente, una sociedad enferma. Pero también es una sociedad con la capacidad de sanar. El cambio comienza con reconocer que la vulnerabilidad no está en nuestros jóvenes, sino en la sociedad que hemos construido para ellos.
Como educadores, padres y profesionales, tenemos la responsabilidad de crear entornos que fortalezcan en lugar de debilitar, que conecten en lugar de aislar, y que preparen para la vida real en lugar de crear burbujas de protección artificial.
En Etraining creemos en el desarrollo integral de las personas. Si este contenido te ha resultado útil, compártelo con otros padres y educadores. Juntos podemos crear una generación más resiliente y preparada para los desafíos del futuro.
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